Quiero ser como él

   Hoy te vengo a contar algo… un secreto. Hay una persona a la que admiro, es una persona rara; bah, no sé ¿Qué es raro? Mi edad es corta, mas ya me di cuenta; no soy boludo che. Todo es raro en esta vida, bueno, no, nada es raro. Uno vive aquí y lo nuestro es normal; pero te vas a otro lugar y lo nuestro es raro (y en consecuencia lo nuestro termina siendo raro para ellos).

  Bueno, me estoy yendo de tema, mmm… Ja,  ja,  ja, estoy medio onomatopéyico. Ah, sí, cuestión, como les decía, yo quiero trabajar como ella, en una plaza. Que lindas las plazas… ¡Hace mucho que no voy! Unos mates, el sol, pastito, unos churros… Ay… que rico, churros. Creo que no los como desde que llegó a mi casa la prima de Córdoba; nos compró a mi mamá y a mí una docena, me mandó a comprarlos a la panadería de acá a la vuelta. Che, que locos los panaderos, eso de que no trabajan los lunes, levantarse re temprano y, lo peor de lo peor, es que no sé cómo pero no se comen todo (yo no duro una semana sin quebrar el negocio).

  Uh cierto, te decía nonna, ella, mi profesora, nos da mucha tarea. Sí, es buena mina, pero nos da mucha tarea. Está viejita, pero de todas formas sigue siendo un poco copada (pero no tanto como vos eh); pero no te lo puedo negar, a veces es medio intensa. Mucha tarea che, y encima no puedo zafar, siempre la pide para la clase que viene, y si no la tenés, te pone un menos, yo ya tengo unos cuantos. El menos es un invento creado para joderte la vida, o sea, loco,  me va bien en las pruebas ¿No bastaría con eso? ¿No es la prueba una demostración de que ya aprendí?

  Este cuento no tiene fin, bueno, si tiene, o no, ¿quién sabe? Si querés, vos lector se lo podés agregar.  Resulta que estas son las charlas que tenía Lorenzo  con su abuela, que era casi sorda, no le escuchaba, Lorenzo hablaba solo. Lorenzo no estaba loco, él simplemente estaba menos cuerdo que lo normal, simplemente eso.

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